Le lagrimean constantemente y a veces no sé si es su llanto por tanto sufrimiento pasado o fruto del esfuerzo para poder ver mejor.
La observo y querría saber que piensa en ése momento, porque su rostro delata una profunda tristeza.
Le pregunto que le ocurre y me contesta: «No me encuentro bien, siento como si pronto me fuera a marchar. Sé que me queda poco»
En ése momento no sé qué contestar, porque yo también lo sabía: mi madre se me apaga como una triste vela que se esfuerza parpadeando para no llegar a su fin.
Me acerco y la abrazo y ella agarrada a mi cuello, me murmura al oído: «No me quiero ir ¿sabes?»
Se me parte el alma y la aprieto contra mí como si así nada me la pudiera arrebatar. Deseo parar el tiempo y quedarme junto a ella oliendo su pelo y tocando su rostro toda una eternidad.
Pero yo no puedo cambiar su destino y cuando llegue el momento de su partida será la primera vez que no pueda hacer nada por ella, sólo acompañarla y estar a su lado.