La ciudad duerme.
Mañana será un nuevo día. Un día donde la esperanza vuelve a estar presente, donde la gente al levantarse oye las noticias con la ilusión de que todo vaya mejor.
De nuevo mensajes de animo, palabras de aliento.
Familias y amigos unidos como nunca se escriben anécdotas y con gran ingeniosidad inventan bromas con la intención de alejar la angustia.
Se aplaude, se exalta, se venera a todos los que ayudan en ésta situación extrema.
Yo también quiero que tengamos un recuerdo para las familias que han perdido a sus seres queridos, mayores o jóvenes enfermos, para aquellos entre los que se ha levantado una barrera sin saber hasta cuando: padres de hijos, hermanos, amigos, ancianos de sus familias.
También para todas aquellas personas que soportan ésta crueldad estando solas, sin nadie que les de apoyo, sin familia, sin compañero.
¿Hay algo más cruel que no poder abrazar a un hijo? ¿No poder visitar a tu anciana madre?
¿Saber que tus hijos están expuestos al foco de infección ayudando a los demás?.
Maldito microbio que separa al mundo, que mata, que altera, que alarma e inquieta, que nos ha llevado a una situación que jamás podremos olvidar.
No puedo hacer nada más que pedirle a Dios que inspire y alumbre a los expertos y doctores para que encuentren el remedio y el mundo vuelva a ser libre.
Y a todos aquellos que sufren una pérdida, se exponen y sienten la soledad, deciros que lo siento profundamente.