jueves, 24 de enero de 2019

La traición de una amiga. Parte II

Sentada frente al televisor les observaba sonriendo. Jugaban con los niños sentados en la alfombra entre carcajadas y bromas.
Hubo un momento en el que Laura agarró el brazo de Andrés mientras en su rostro se reflejaba una alegría auténtica y conmovedora.

Algo se removió en su interior. No quiso pensar nada pero sintió en su corazón una especie de inquietud que le cambio el semblante.
Entonces pensó: «¿que pasa Laura?» «¿estás paranoica?»

Sin embargo aquella noche se sintió intranquila y no dejó de dar vueltas en la cama intentando dejar a un lado ideas desagradables que le venían a la cabeza.

Al día siguiente decidió quedarse en casa, no había a penas dormido y se sentía mal consigo misma. Andrés se marcho como siempre. Ella noto como la mirada de su marido se cruzaba con la de Laura de un modo que no le gustó.
Seguía pensando que su imanación se estaba desbordando demasiado pero a la vez deseaba que su amiga abandonara pronto su hogar y recuperar la intimidad que había perdido.

Y aquello ocurrió pronto. Laura encontró la fuerza para marcharse y agradeciéndole con un abrazo todo lo que había hecho por ella volvió a su casa con los pequeños.
Elena prometió estar en contacto con ella cada día y se seguirían viendo cada vez que pudieran. Después de varios consejos sobre lo que debiera de hacer con su vida a partir de ahora, la vio marcharse no sin sentir un cierto alivio en su interior.

Habían pasado unos meses que habían sido extraños en cuanto a su relación con Andrés. Algo había cambiado entre ellos. Aquél hombre cariñoso y atento apenas tenía tiempo para abrazarla como lo hacía antes y evitaba su mirada constantemente.

Entraba y salía de casa sin dar explicaciones y cuando volvía ella notaba como su rostro expresaba una cierta preocupación.

Aquella noche, Andrés se retrasaba demasiado y ella asomada a la ventana y sin querer usar su móvil esperaba con un gran dolor en su alma. No era habitual que aquello ocurriera.