viernes, 1 de febrero de 2019

La traición de una amiga. Parte III.Última.

No sabe cuando se quedó dormida acurrucada en el sofá. El resplandor del amanecer acarició sus ojos, inmediatamente sintió una fuerte inquietud. Se levantó y se dirigió al dormitorio: «si su marido había llegado, no se había enterado».

Allí estaba su marido, encogido entre las sábanas. Le observó atentamente, no sabía si despertarle y pedirle explicaciones o esperar a que fuese él quien se las diera.

Se marchó a la cocina y se preparó un café. Sentada en la mesa, la angustia, el dolor, la frustración no la dejaban en paz.

Entonces Andrés se asomó a la puerta: 
              - «Buenos días», fueron sus únicas palabras. 
Ella le miro y sintió que ya era hora de hablar. Necesitaba que todo acabase de una vez, ya no podía con aquella absurda situación. Sabía que él estaba angustiado..., ella también.
    
                - Creo que debemos de hablar, dijo cabizbaja.

Andrés dio la vuelta a la mesa y se sentó frente a ella. Le cogió la mano.

                 - Lo siento Laura. No sé cómo ha podido ocurrir. Tengo que marcharme, no puedo más con ésta situación. Te quiero pero hay otra persona en mi vida y no quiero hacerte daño.

                 - Es por Elena ¿verdad? Lo sé hace ya un tiempo.

                 - Ya te he dicho que lo siento. He seguido viéndola desde que se fue de casa. Me llamó varios días que se encontró mal y ha surgido algo entre nosotros que no me permite seguir aquí.

Laura se levantó, dejó su taza sobre la mesa y simplemente le dijo:

                  - Te pido por favor, que te marches lo antes posible.

Habían transcurrido unos días y no sabía nada de ellos, ni quería saberlo. Se había refugiado en su trabajo y como una autómata vagaba de un lado a otro por la casa.
No podía quitar de su mente el deseo de coger el teléfono y hablar con quien había sido como una hermana para ella y que ahora la había abandonado y se había llevado al amor de su vida.
No lo pensó y así lo hizo. Marco su número con los dedos temblorosos sin saber ni siquiera que iba a decir.

                      -¿Hola?, la voz de Elena sonó al otro lado.

                      - Hola, dijo simplemente Laura.

                      - Mira, no quiero discusiones ni numeritos Laura. La vida es así. Si me llamas para darme una bronca, lo siento pero no estoy dispuesta a oírte.

                       -No Elena. Sólo quiero que me digas por qué. Por qué me has hecho ésto, por qué  has destrozado mi vida. Creí que me querías, que serías la única persona que nunca me haría daño, que eras mi verdadera compañera.Tantos años juntas....¿como has podido Elena?

                        - La vida es dura Laura. Sabes que me quedé muy sola y mis hijos necesitan un padre. Ahora vuelvo a tener una familia y...lo siento por ti, pero tengo que mirar por mí.

Laura no esperaba aquella respuesta. Se quedó callada, sin saber que decir. No le había hablado de amor por Andrés, no le mencionó que se había enamorado de él, no le pidió perdón.
Sólo le habló de un interés, de una solución para su soledad...sin tener en cuenta el dolor que le había causado.
No pudo decir nada más, colgó el teléfono y se arrinconó en la butaca pensando cuánto engaño y decepción le había provocado aquella amistad.

Amistad...¿que era entonces la amistad?. Una vida junto a una persona, confidente, compañera...hasta que ya no eres suficiente para ella. Hasta que necesita sustituir aquello tan bonito por algo que necesita más que a tí.

Amistad...bonita palabra.