Me encuentro en un momento de mi vida en el que, cuando menos lo espero,me vienen a la mente lejanos recuerdos que tenía arrinconados y que ahora se hacen tan presentes como si hubiese retrocedido en el tiempo.
Me envuelven y acorralan en un mar de confusiones y entonces me regocijo en ellos, y siento el placer de volver a estar en aquel lugar y en aquel momento.
Un sueño del que no quiero despertar.
Siento la felicidad de estar sentada en las rodillas de mi padre, y oigo su voz contándome sus historias inventadas.
Oigo las risas de mi hermano que corretea por la casa, aquella pequeña casa de alegres colores donde eramos tan felices. Y entonces, huelo su pelo negro rizado, aquel olor a inocencia e ingenuidad.
Siento en mi regazo su sueño y en mi pecho su respirar.
Percibo la presencia de mi madre y llegan sus manos hasta mi rostro. Puedo sentirlas, tocarlas, besarlas.Noto sus brazos y su pelo blanco entre mis manos.
Y sigo deleitándome, soy feliz y no quiero despertar.
Pero entonces, la realidad se hace presente.
Y vuelve la ausencia y la nostalgia.
Y solo me queda esperar que de nuevo regresen sus recuerdos.